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13/11/09


Hace días fue mi cumpleaños; mi esposo,cuñada y yo fuimos a festejar con una buena comida española en la Tasca de Jordis (acá en León, Guanajuato) cine y al final un café, de esto último quiero hablar.

La euforia por las cadenas expendedoras de café para llevar me trauma; llena el buche de gusanos, y mas que nada revienta mis nervios y lógica a mas no poder.

Las tremendas filas para conseguir un café son interminables; no se diga la "carta o menú" de esos menjurjes malévolos cafeteros con nombres estrafalarios, me da calambres el cerebro de ver las múltiples combinaciones y todo el teatro que los empleados hacen para recibir una orden.

¡Hola! ¡Buenas tardes soy fulano/a de tal! (como si me importara) ¿Cual es tu nombre? a ver, apuntamelo en este papelito...

"Solo quiero un café americano"....ingenuamente dije la primera vez que fui.

¿Qué opción de café?

Clásicos, fríos , tes...etc.

¿De qué tamaño lo quiere?

Chico, mediano, grande, extra grande...
¿De qué tipo?


Espresso , latte, mocha, machiatto...?


¿Qué combinación?

Crema, vainilla, canela....etc.

Mi cabeza da vueltas con la imagen de una simple taza de café americano.


A mi alrededor y en la fila, la gente me mira como si fuera bicho raro al no saber que decir al instante, de reojo me barren de patas a cabeza y cuchichean frases que tan solo con verles las miradas se que de tonta no paso; no estoy "in" para estar en una cafetería así.


Salgo con tremendo pánico de la fila y del establecimiento; derrotada por tanta palabrería y las ganas de mi café se van por el escusado.


Los establecimientos en donde se podía disfrutar un buen y sencillo café se han ido; ahora reinan las filas de combinaciones cafetuscaz para llevar, aquellas mesitas en rincones acojedores se han desvanecido con el tiempo y casi es imposible encontrar algún lugar así, ya que esta moda se ha implementado fuera de las cadenas de café rápido. Claro ejemplo fue la "cafetería" a la que fuimos en mi cumpleaños...un asco. El servicio pésimo, los pasteles y panes horribles, los cafés sin sabor y los tes insípidos, pero eso si, los precios como si fueran de París. ¡Oh, lala!


Solo en la tranquilidad de mi apartamento es donde puedo disfrutar de un café americano o un capuccino, sin escuchar el palabrerio de los empleados que a regañadientes quieren esbozar palabras amables y sonrisas falsas, solo en mi casa puedo probar un rico y sencillo café americano.

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